A Veces El Aplauso Te Aleja Más Que El Silencio

Imagen generada por IA

En 2019, con más entusiasmo que conocimiento, fundé una comunidad en Instagram llamada StreetGrammersMx. La intención era sencilla: abrir un espacio para compartir lo que otros veían en las calles de México y Latinoamérica, conectar miradas, acompañarnos en ese inicio solitario que suele ser el de la fotografía de calle. Yo mismo estaba apenas empezando. No tenía libros, no conocía referentes, ni había tomado talleres. Todo era puro instinto y curiosidad.

Lo que comenzó como una idea pequeña, creció con una fuerza que no esperaba. El hashtag #streetgrammersmx llegó a superar las 220 mil menciones. El perfil alcanzó más de 20 mil seguidores. Organizamos dinámicas, sorteamos libros, lanzamos convocatorias. Fue un espacio generoso, enérgico. Mucha gente encontró ahí su primer impulso, su primera publicación. Yo también aprendí mucho en ese proceso.

Pero con el tiempo algo empezó a hacer ruido. Había una contradicción que no podía ignorar: yo sabía, en el fondo, que mis fotos no eran buenas.

Estaba apenas entendiendo la luz, la espera, el ritmo de la calle. Y aun así, me llamaban “maestro”, “referente”, “colega”. No por lo que fotografiaba, sino porque administraba la cuenta.

Ahí fue cuando empecé a sentirme como un payaso: uno de esos que sonríen en el escenario mientras por dentro solo quiere quitarse el maquillaje.

El reconocimiento no me motivaba, me desorientaba. Me hacía sentir atrapado en una figura que no era real. Y peor aún, me di cuenta de que, si me quedaba ahí, rodeado de elogios fáciles y palmaditas automáticas, nunca iba a crecer de verdad. Iba a quedarme cómodo. Quieto. Conformado.

Así que tomé una decisión dura pero necesaria: en 2021 cerré la cuenta. Borré más de 2,000 publicaciones. No hice anuncios. No lancé despedidas. Lo hice en silencio, con un nudo en la garganta, pero también con claridad.

Necesitaba dejar de curar el trabajo de otros para concentrarme en el mío. Apagar el ruido externo para escuchar, por fin, mi propia voz.

Y lo más importante: necesitaba equivocarme sin público. Ser aprendiz sin disfraz. Caer sin aplausos.

En 2023 StreetGrammersMx hizo un pequeño regreso, sin embargo aún no se sentía el momento indicado.

Desde entonces he seguido caminando. A veces más lento, a veces con dudas, pero siempre con la intención de hacer algo verdadero. He cometido errores, he conocido personas valiosas, he formado parte de proyectos que me han hecho crecer desde otro lugar.

Y mientras sigo avanzando, también observo con cierta distancia. Nuevos colectivos, cuentas y espacios que retoman dinámicas ya conocidas. A veces, da la impresión de que todo se mueve en torno a una constante exhibición: los elogios circulan con facilidad, y términos como “maestro” o “referente” se utilizan con una soltura que llama la atención.

En este entorno, muchas veces se priorizan las relaciones cercanas por encima de la calidad, y se otorga visibilidad no solo entre líderes que se apoyan mutuamente, sino también a quienes se suman desde la admiración pública. No es raro que el amigo de un organizador aparezca en una exposición o concurso, no tanto por su propuesta, sino por los lazos que lo conectan con quienes deciden, dejando fuera a la calidad real.

Muchas veces es sólo una puesta en escena: abundan los títulos, escasean las fotografías. Se confunde visibilidad con calidad. Curaduría con sabiduría. Likes con legado.

Y no digo esto desde el juicio ni desde la amargura. Lo digo porque yo también pasé por ahí.

Entiendo ese impulso por pertenecer, por sentirse visto, por encontrar un espacio cuando estás empezando y el mundo fotográfico parece inmenso. Todos necesitamos una chispa, un lugar donde sentir que importamos. Es natural.

Pero justo por eso, es importante que existan espacios honestos. Lugares donde el elogio no sea automático, y donde la crítica no sea sinónimo de ataque, sino de cuidado. Lugares que no estén enfocados en las apariencias, sino en el trabajo real. En la búsqueda. En la evolución.

Yo no tengo todas las respuestas. Apenas si tengo unas cuantas preguntas que me acompañan.
Pero sí sé que prefiero caminar despacio, aunque sea solo, que pertenecer a un círculo donde el aplauso suene más fuerte que la verdad.

Quizá si StreetGrammersMx hubiera seguido, hoy sería el hub más grande de Latinoamérica. Tal vez. Pero… ¿a qué costo?

La fotografía —al menos para mí— sigue siendo un acto de honestidad.
Y si algo aprendí en todo este camino, es que a veces hay que cerrar una puerta para poder mirar de nuevo con claridad.

¿StreetGrammersMx regresará algún día?
No lo sé, tal vez.
Por ahora, solo sé que quiero seguir caminando, aprendiendo y evolucionando.
Sin disfraces. Sin ruido. A mi ritmo.

🪶 Gracias por leer. Este espacio no busca respuestas, solo compañía. Aquí seguimos. Aunque sea con duda.

Siguiente
Siguiente

Sal de la cama. Las fotos que más te gustaron, las hiciste cuando no te querías levantar.