Mis primeras fotos de calle eran malas… (y está bien)

Empecé a hacer fotografía de calle por allá de 2019. Pero para ser honesto, en ese entonces no sabía que eso era lo que estaba haciendo.

No conocía nada de fotografía callejera. Lo poco que me inspiraba venía de Instagram, de cuentas extranjeras que compartían fotos de gente caminando en ciudades lejanas. Me llamaba la atención esa estética, ese ritmo visual, esa aparente simplicidad. Y decidí salir a intentar lo mismo, sin entender aún la profundidad que había detrás.

Como muchos, al principio tomaba las fotos desde lejos, casi escondido. Era como un ninja: pasaba rápido, disparaba sin que nadie me viera, y seguía caminando. Me daba miedo acercarme. Miedo a interrumpir, a incomodar, a ser visto.

Mis primeras fotos eran malas. Y no lo digo con falsa modestia: no tenían intención, ni alma.

Pero aun así, ahí estaban. Eran mías.
Y más importante aún: eran el comienzo.

Recuerdo bien cómo me aparecía en el Centro Histórico de la Ciudad de México a las seis de la mañana. Lo hacía con una mezcla de emoción y obsesión. Quería atrapar el amanecer entre sus calles vacías, con la luz dorada tocando las piedras y los edificios aún somnolientos. Creía que si llegaba lo suficientemente temprano, algo mágico iba a pasar. Y a veces pasaba. Pero la mayoría de las veces no.

Regresaba a casa con cientos de fotos, muchas de ellas mal expuestas, mal encuadradas, o simplemente vacías. Pero esas caminatas solitarias me enseñaron a mirar, a tener paciencia, a sentir la ciudad sin prisa.

Hoy comparto algunas de esas primeras fotos porque son parte de mi camino. Porque quiero que quien esté leyendo esto y apenas comienza, sepa que es normal no tener grandes resultados al principio. Es normal sentirse perdido, invisible o torpe con la cámara en las manos.

Lo importante no es hacer fotos perfectas.
Lo importante es seguir saliendo.

Si estás empezando y sientes que no te sale nada… bienvenido. Estás justo donde debes estar.

La única diferencia entre tú y quienes admiras es el tiempo y la constancia.

Y si tuviera que señalar mi primera foto de calle, sería esta:

Una imagen que hice sin saber siquiera que estaba haciendo fotografía de calle.
Era temprano. Las calles estaban casi vacías. Dos policías conversaban recargadas contra la cortina metálica de un local. El sol las iluminaba justo en ese momento. Me pareció lindo. Disparé.
Y seguí caminando.

A veces, los comienzos se ven así: pequeños, simples, casi sin darnos cuenta.

Hoy sigo en un proceso eterno de aprendizaje.
Porque cuando crees que ya lo sabes todo, es cuando realmente estás perdido.

Gracias por leer.

Sigamos caminando juntos, sin prisa. Cuadro por cuadro.

Siguiente
Siguiente

Antes de ser buen fotógrafo, hay que ser buena persona